.: Niños de buena memoria :.



La memoria evoluciona y estimularla desde muy temprano permite sacarle partido en el futuro. Como la capacidad de recordar es moldeable, existen fórmulas que estimulan el complejo proceso con el que el cerebro almacena información. Muchas tienen que ver con actividades cotidianas y muchas más, con el juego.
¿En qué parte del cerebro se encuentra la memoria? ¿Cómo funciona? Son preguntas que más de alguna vez nos hemos hecho y lo cierto es que no hay una respuesta sencilla. La memoria se trata de un mecanismo tan interesante como complejo. Sin adentrarse en tecnicismos, a grandes rasgos, la doctora Evelyn Benavides, neuróloga de Clínica Vespucio, explica que la memoria corresponde a un sistema almacenado en diferentes zonas del cerebro, distribuido según sea su duración y contenido: “Las zonas más relacionadas con la memoria son los hipocampos –parte del sistema límbico–, en la zonas medias de los lóbulos temporales y los lóbulos frontales”.
Vale saber, además, que la memoria no es una sola. La especialista comenta que, en realidad, existen varios tipos y todos ellos dependen de la función que tengan. Asimismo, las memorias interactúan entre sí. De esta forma, hay contenidos que parecen olvidados hace años y reaparecen cuando los necesitamos. Y no es todo. “También hay una interacción con otras células del cerebro que no son neuronas, las glías, que entregan señales para que el funcionamiento neuronal sea más eficiente”.
¿Se ejercita la memoria?
La doctora Benavides afirma que todas las actividades de la vida diaria activan las zonas de la memoria, siendo especialmente importantes la lectura y las matemáticas: “Hay actividades, como tocar instrumentos o andar en bicicleta, que también ayudan; se almacenan en otras áreas y son contenidos que no se olvidan”.


¿Es necesario ejercitarla en la infancia? “El estímulo de la memoria debe existir desde el nacimiento, con todas las actividades que hacemos, incluidos los juegos, la música o la actividad física”, dice la neuróloga.
La sicóloga Mercy Iriarte, también profesional de Clínica Vespucio, da especial importancia al juego: “Considerando que en sí es positivo, es todavía mejor si se atienden las cualidades del niño. Los hiperactivos pueden ser muy beneficiados con juegos de armar o de pintar, actividades que lo mantengan en acción. Los niños más tranquilos pueden lograr buenos resultados, por ejemplo, creando una agenda mural con las actividades por hacer, ejercicio donde idealmente se le invite a explicar o exponer lo que él mismo ha ido agregando”.
Considerando etapas, los especialistas coinciden en que:
  • Los preescolares requieren juegos de memorización, encaje de piezas, rompecabezas, canciones, relato de cuentos, secuencias y trabajos de temporalidad y especialidad.
  • Los escolares también necesitan juegos de secuencias, además de lectura de cuentos y poesías, canciones, puzzles, práctica del ajedrez, películas y actividades que activen los sentidos.
  • Los adolescentes se benefician con la lectura, ya sea de libros, diarios o revistas, y con trabajos de secuencias, exposiciones orales, canciones, películas, videos y actividades sensoriales, así como con tareas de apreciación artística.

Más claves
  • Sin estrés
A toda edad, una manera efectiva de fortalecer la memoria a largo plazo es trabajar con experiencias agradables. Se explica por dos situaciones: el estrés interrumpe la llegada de información hasta la corteza prefrontal del cerebro y la memoria se conforma de recuerdos y, principalmente, de emociones. En definitiva, se recuerda mejor lo que genera alegría y diversión. Por lo mismo, no se recomienda decir a los niños frase como: ¡no es posible que no te acuerdes! En su lugar, es importante establecer rutinas que incluyan juegos. Por ejemplo, cuando pierden un juguete, incentivarlos a ‘rescatarlo’. Si son más grandes, por ejemplo se puede jugar a realizar operaciones matemáticas de forma rápida mientras se está en el supermercado.
  • Libertad
Los seres humanos nacemos con una capacidad de memoria y retención de información maravillosa. Desde el vientre materno, el bebé ya tiene esa facultad, sobre todo en los aspectos auditivos y emocionales. Sabemos, por ejemplo, que percibe cuando la madre está angustiada, siente frío, etc. Y por eso se habla de la necesidad de una buena calidad de embarazo, para que ese niño en gestación no retenga malas experiencias. Así lo recuerda Mercy Iriarte, quien agrega que, tras el nacimiento, se calcula que desde los tres meses de vida los niños ya recuerdan, y hasta alrededor de los seis años, todo lo que les llega lo aprenden: “En esta etapa de la infancia, los pequeños tienen un aprendizaje y retención que no lo tiene nadie. Hay una capacidad total. Luego de los seis años, esa capacidad innata se ve afectada por el sistema de aprendizaje. Cada colegio tiene su forma de enseñar, pero en general, los niños comienzan a conocer una estructura impuesta por los adultos. Lamentablemente, los limitamos incorporándoles obligaciones y controles, exigencia de notas, etc., provocando que, de algún modo, se frene su capacidad creativa y su poder para tomar decisiones e ir aprendiendo de manera lúdica”.
  • Juego e interacción
Obligar a memorizar operaciones matemáticas, las reglas de ortografía o las fechas de hechos históricos puede resultar aburrido y generar una sensación poco agradable, con los negativos efectos mencionados antes. Es preferible potenciar la memoria a través del juego. La sicóloga Mercy Iriarte recomienda todos aquellos que impliquen armar piezas y uso de números, las adivinanzas y, sobre todo, jugar con otros niños, la interacción: “Lo lúdico es importante, porque permite desarrollar la creatividad y el crecimiento mental. Cuando ya están en la etapa de la educación básica, es importante intentar ‘despegarlos’ de los recursos que entrega la tecnología o la era digital. En su lugar, promover que salgan a jugar con amigos, porque en la interacción aprenden, intercambian ideas, desarrollan discusiones de temas, etc. También les favorece el desarrollo físico, lo que influye en la salud mental. Los niños que están horas y horas sentados frente a un televisor o un computador no solo sufren consecuencias físicas, por ejemplo, alteraciones en la columna vertebral o sobrepeso, también frenan su desarrollo mental”.
Juegos que sirven
  • Juegos de mesa: elegir los que estimulan la memoria, como las cartas, rompecabezas o puzzles, actividades que junto con desarrollar la memoria benefician la concentración. 
  • Cantar: a todos los niños les gusta y se puede hacer en cualquier instante. Es necesario comenzar con letras sencillas y, poco a poco, ir aumentando palabras y estrofas. También se puede inventar contenido con la información que se quiere que los pequeños memoricen, como la dirección de casa y el número de teléfono, perfecto para utilizar en caso de emergencia. Otra idea que resulta bien es usar las canciones para memorizar cuestiones básicas de estudio: alfabeto o tablas de multiplicar, por ejemplo.
  • Ajedrez: además de la concentración, enseñar y practicar este juego con los niños ayuda en cuanto es necesario memorizar reglas para el desarrollo de la partida: movimientos permitidos y jugadas anteriores.
  • Repetir palabras: es una actividad muy sencilla, pero de gran ayuda que, junto con favorecer la memoria, beneficia el aprendizaje, porque la idea es usar palabras o información útil para los niños.
  • Sonidos: los juguetes que los emiten son especialmente recomendables para fomentar la memoria de los niños pequeños. Algunos muy útiles son aquellos que necesitan que el niño los toque o apriete; se pueden usar pidiendo crear un orden determinado. Se divertirán sin saber que están aprendiendo y fortaleciendo su memoria.
  • Esconder objetos: se trata de mostrarlos a los niños, permitir que los memoricen y luego esconderlos para que ellos los reconozcan y encuentren en un tiempo predeterminado. El número de objetos escondidos, así como los minutos destinados a descubrirlos depende de la edad.




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